Soy de esas personas que lloran al final de las películas de amor, pero de rabia de no ser capaz de sentirlo. 

De esas que creen que el amor será la único que las saque de esta mierda, que llegará ese alguien que las descoloque, que las empuje a hacer todas esas cosas de las que nunca se creyeron capaces y que arrase de un plumazo todas sus dudas, sus 'yo nunca', sus 'yo que va'. De esas que creen que la vida no es vida sin velas, ni flores, ni luz de luna; sin ese alguien que te haga ser incoherente. 

Pero cuando llega, lo echo a patadas de mi vida, porque no quiero salir de esta mierda, porque me da miedo la incoherencia, porque me he acostumbrado. Porque he estado mucho tiempo sola; creo que siempre en realidad. 

'Cuanto más amas, más duele la caída, y es que, siempre hay caída'. Quien me iba a decir a mi que iba a tener que aprender eso a base de hostias, y de promesas hechas para no ser cumplidas, de putas baratas y de perfumes baratos después, de caricias a mi, y a otras, de besos con el recuerdo de otros labios, de él y su forma de amor.

Y, joder, como duele la caída. Pero duele mas ver a parejas felices y saber que esa felicidad era tuya, te pertenecía, y él se la llevo. Se la llevo con el resto de ti, y con los restos de sus sonrisas torcidas, de sus manos en tu espalda,  de la ropa por los suelos y de vosotros, también por los suelos.
Se llevo tu felicidad y se la dio a otras mil, pero le quieres, chica, aún le quieres.

No te quiero, no, ya no.

'No te quiero, no, ya no. Pero te sigo deseando. Tanto como el primer día, o más, si cabe.
Te deseo cuando te veo, y cuando no. Te deseo en los descansos, cuando salgo a fumarme un cigarro entre clase y clase. Y te veo allí, a la misma hora de siempre, con la misma chaqueta de cuero desgastada de siempre, con el mismo casco de la moto en la mano, como si fueras a salir dando bandazos en tu BMW en cualquier momento. Igual que siempre. Menos por una cosa, yo ya no estoy junto a ti.
Salgo y te busco con la mirada, hasta que doy con tus ojos color canela. Me miras, y durante un cigarro todo vuelve a ser como antes. Pero tan rápido como vuelve, se pierde, con el humo de nuestra última calada.

No es bueno desear mucho algo, a lo mejor ese fue nuestro problema.
Nos deseábamos demasiado, como si nos necesitáramos más que al respirar.'

Estamos los que nos hacemos preguntas, preguntas que nadie puede resolver, preguntas de las que nunca sabremos la respuesta. Antes de embarcarnos en algo, por insignificante que sea, nos preguntamos. Y no una ni dos, miles y millones de preguntas.
 Y luego están los otros. Que no se lo piensan, simplemente lo hacen, lo viven, lo disfrutan al máximo, y cuando se acaba, lo dejan marchar.

El mundo está dividido así:
Los que nos preguntamos,
y los que follan.
No sé que es peor.

Hoy le he visto, y sigue teniendo esa partícular manía de hacer brillar todo lo que tiene a su alrededor. 

Pensé en esconderme bajo la mesita de café, para así poder mirarle sin peros, sin miedos, mirarle hasta que se me acabara la vida.

Pensé en salir corriendo hacia él, y darle ese beso que me prometio con la mirada el último día que nos vimos.

Pero no me moví, ni un milímetro, ni si quiera cuando me miro con esa sonrisa suya, y me volvió a deslumbrar. Y por un momento pensé haber dejado toda la oscuridad atrás. Pero no fue así.

Y entonces me di cuenta, viviría en la oscuridad hasta que él viniera a salvarme.

Y estaba casi segura de qué eso no pasaría nunca.