sábado, 19 de abril de 2014

Hoy le he visto, y sigue teniendo esa partícular manía de hacer brillar todo lo que tiene a su alrededor. 
Pensé en esconderme bajo la mesita de café, para así poder mirarle sin peros, sin miedos, mirarle hasta que se me acabara la vida.
Pensé en salir corriendo hacia él, y darle ese beso que me prometio con la mirada el último día que nos vimos.
Pero no me moví, ni un milímetro, ni si quiera cuando me miro con esa sonrisa suya, y me volvió a deslumbrar. Y por un momento pensé haber dejado toda la oscuridad atrás. Pero no fue así.
Y entonces me di cuenta, viviría en la oscuridad hasta que él viniera a salvarme.

Y estaba casi segura de qué eso no pasaría nunca.

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